El trastorno es en sí mismo muy complicado de entender (causas múltiples, manifestaciones conductuales muy diversas, déficits cognitivos, dificultades de aprendizaje, problemas en la interacción social, problemas de autoconcepto y autoestima, síntomas fisiológicos...)
El estigma que acarrean estos niños y niñas es a menudo el de "niño/a molesto/a, inquieto/a, con multitud de defectos, con comportamiento difícil y perturbador, niños/as con una mala educación, niños/as caprichosos/as, niños/as malos/as, hogares sin normas ni pautas, etc. Trabajar el estigma es fundamental también porque se trata de un aspecto que funciona a modo de "círculo vicioso": como se tiene de ellos un concepto negativo y al haber acumulado experiencias previas negativas, ésto condiciona su pensamiento y anticipan que la gente no va a responder bien, por tanto, evitan las situaciones, se aíslan y este cúmulo de experiencias tiene un impacto negativo en su autoestima, lo que hace que se comporten de acuerdo a esa concepción errónea de ellos mismos y la gente perciba de ellos una imagen que no se corresponde. Serán los profesionales sanitarios los que deban decidir la medicación necesaria para cada caso concreto y los padres serán los que decidan si están de acuerdo o no, aunque en la mayoría de los casos a los niños les puede ayudar a mejorar la concentración en el ámbito académico. |